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La nueva normalidad: ¿Por qué algunos chilenos no quieren trabajar como antes?
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¿Qué está pasando? Nadie lo sabe con certeza y el desajuste ha sorprendido al gobierno y economistas. En el debate, el sector privado sostiene que los bonos, ayudas del Estado y retiros de las cuentas previsionales desincentivan a la gente a salir de sus casas. Pero algunos economistas ya advierten que la falta de mano de obra se debe a un reajuste del mercado laboral: muchos trabajadores han decidido cambiar de sector.
Entremedio surge el debate acerca de los salarios, sus montos y las condiciones, porque varios ocupantes de puestos no calificados necesitan ayudas sociales para subsistir. O han asumido tareas informales, mientras siguen cobrando los beneficios estatales.
El fenómeno en todo caso se extiende por varios países. En Estados Unidos, que está en pleno verano, no hay empleados para el sector turístico que gracias a las reaperturas vive un fuerte dinamismo.
El tema laboral es un asunto que preocupa a las autoridades nacionales. Esta semana conocimos los resultados de la Encuesta Casen, medición que reveló que durante la pandemia la pobreza en Chile aumentó un 10,8%, es decir, hay 2,1 millones de personas en esta condición; mientras que la extrema pobreza pasó de un 2,3% a un 4,3%.
Aquí te contamos 5 testimonios y sus razones para no volver a trabajar como antes.
Pamela Salazar
Santiago Centro, Región Metropolitana
“Antiguamente vivíamos en Requínoa, Rancagua, pero por temas de la pandemia nos trasladamos a Santiago. Yo era jefa de los colectivos de Requínoa. Tenía 70 móviles a cargo diariamente. Quedé sin trabajo el 9 de marzo por la pandemia. Era la más nueva, entonces por sacar personal de la empresa, dejaron al puro jefe y a los demás nos despidieron. Yo estaba ganando $ 450 mil pesos y prácticamente quedé en cero.
Fue un cambio súper grande. Presenté 150 currículums online, y hasta el día de hoy no ha resultado ninguno. Así que formé mi propio negocio y me puse a vender productos de belleza de la compañía Natura. Después ya fuimos creciendo un poquito más y creé un bazar y otra página que se llama Pam Salazar Natura, que quedó con los productos de cuidado personal y belleza. Así me las he arreglado para salir adelante con mis hijos, ya que no tengo trabajo.
Con los retiros del 10% y los bonos se suple un poco el que yo no esté trabajando. Además, por el momento no voy a buscar trabajo tampoco. Por ahora estoy dedicada a los niños. Yo en las mañanas me preocupo de las clases de Jesús (11), mi hijo menor, porque si lo dejo solito él no se va a meter. Yo ya le dije a mi pareja que no voy a buscar trabajo hasta ver que Jesús sea capaz de estar en clases solo, de tener su responsabilidad y que se dé cuenta que sí tiene que estar ahí. Además, aquí en la casa no me atrevo a dejarlos solos, porque son dos menores de edad (11 y 15), entonces tiene que haber un adulto responsable con ellos. Soy la mamá y estoy con ellos 100%”.
Cristián Donoso
Ñuñoa, Región Metropolitana
“Antes trabajaba en una barbería de lunes a sábado. Con el inicio de la pandemia y las cuarentenas me quedé sin nada. No tenía seguro ni ley de protección, porque la única relación que existe entre el trabajador y el dueño del local es el arriendo del sillón, y si está cerrado no hay trabajo. No hay contrato. La pandemia vino a liquidarnos a quienes estábamos en este rubro.
Por eso durante el 2020 casi no tuve ingresos. Viví principalmente de ahorros y los retiros del 10% que yo mismo me había cotizado y después a medida que se fueron levantando las restricciones de movimiento, empecé a hacer domicilios. Lanzarme a esto fue toda una innovación, porque tuve que aprender a trabajar en entornos, espacios y luces distintas a las que estaba acostumbrado. Improvisé y trabajé en los baños, terrazas, patios, piezas pequeñas. También aprendí a movilizarme y manejar mis flujos.
No tuve que hacer grandes inversiones, porque quienes trabajamos en esta área compramos todas nuestras herramientas y productos. La barbería ya reabrió, pero yo preferí mantenerme como independiente. Yo le llamo sistema híbrido de trabajo, porque si me llaman de la peluquería voy, pero mi fuerte ahora es el trabajo en las casas de mis clientes”.
Vanessa Canicura (24)
Puerto Octay, Región de Los Lagos
“Mi esposo trabajaba en Santiago, pero cuando empezó la pandemia lo despidieron altiro. Él era soldador y entonces se vino para acá (Puerto Octay), pero por el sueldo que ganaba allá no nos daban el bono, por el umbral. Aunque haya quedado sin trabajo, en los registros le seguía apareciendo.
Ya después nos empezaron a dar los bonos. Nos daban primero $ 100 mil por persona, si no me equivoco. A veces era menos. También pudimos optar al Bono Clase Media y eso igual nos ayudó porque pudimos comprar muchas cositas. Mi esposo se compró una sierra eléctrica y cosas para arreglar la casa. También pudimos optar tres veces al 10%, que nos ayudó mucho para forrar y agrandar la casa de mis papás, porque vivimos de allegados en un terreno cedido. Nos preparamos para el invierno.
En el sur de Chile, en el invierno por lo general no hay pega, no se ve trabajo. Es muy escaso, ya que por la lluvia no hay. No hemos podido encontrar trabajo y por lo mismo, ahora nos dedicamos a la leña: vale entre $ 40 y $ 50 mil pesos el metro cúbico y uno aquí la ocupa todo el día. Es la calefacción y a la vez con eso cocinamos. Por eso nos sirvió muchísimo comprar la motosierra, porque imagínese todo lo que nos ahorramos teniendo motito propia”.
Catalina Pacheco (21)
Concepción, Región del BioBío
“Me vine a Santiago a estudiar (Publicidad en la UC) y para pagar la habitación donde vivía, arrendé mi pieza de mi casa en Conce. Y para costear la comida y el transporte, trabajé. Antes de la pandemia fui promotora en el Costanera Center y en el Mall Plaza Norte. Me pagaban 15 lucas al día, entonces ya con eso tenía $ 120 mil al mes.
Por la pandemia me tuve que devolver a vivir con mi mamá en Conce, porque no he podido encontrar pega. He hecho uno que otro trabajo esporádico, pero tengo mucho miedo de volver presencial. Me da pánico.
Como ahora estoy viviendo con mi mamá, no tengo que pagar luz ni agua. Además, con el tema de los retiros también he ido ahorrando para pagar el semestre que me falta de la U. El IFE lo ocuparemos para lo mismo.
A mí me beneficia que se alarguen las cuarentenas. Si volviésemos a Santiago sabemos lo difícil que está buscar pega ahora. Vemos las noticias y el índice de desempleo que hay es gigantesco, la competencia que hay también. Y además, me puedo contagiar. O sea, yo trabajaba en los malls, y es cosa de ver las noticias para darnos cuenta cómo están de llenos. Dan miedo esas imágenes”.
Manuel Arriagada (63)
San Javier, Región del Maule
“Soy independiente, me dedico a las cosechas de uvas y quedé sin trabajo por la pandemia. Me sirvieron harto todos los bonos que nos dieron. También tuve que postular al Seguro de Cesantía, que fue de gran ayuda.
Lo que pasó es que estuvieron malas las cosechas, tanto por las heladas, como por el confinamiento. Y con eso nos quedamos sin forma de financiar la casa.
Nosotros tenemos viñas y vivimos de lo que uno cosecha. Y como fue mala nos fuimos a la quiebra. Ahora, con las ayudas del Estado estamos afirmando los ingresos. Menos mal. Porque con la pandemia estuvimos bien complicados para vendimiar, porque por mala suerte nos contagiamos todos. Tuvimos que traer gente desde Villa Alegre para hacer la vendimia y nos salía caro todo, pero igual salimos adelante.
¿Qué quiero yo? Que todo vuelva a la normalidad. Porque no nos vamos a arriesgar a contagiarnos de nuevo: nos salió caro contratar gente y pasamos susto con el virus. Así es que mientras tanto, vamos a quedarnos así. Sin trabajar y viviendo con lo que nos permiten los bonos”.
Cambiarse de sector
La Federación de Productores de Frutas de Chile (Fedefruta) sostuvo que más de la mitad del sector tiene entre un 50% y 70% menos de trabajadores para sus faenas en la cosecha actual, y advirtió que si esta situación se mantiene habrá un déficit de “más de 150 mil trabajadores para las tareas críticas”. Esta industria además se ha visto afectada por el cierre de la frontera, ya que depende de los trabajadores extranjeros. Similar es la situación que vive la minería: la semana pasada en Concepción la Asociación de Industriales Metalúrgicos se quejó de que tardan más de cuatro meses en poder fichar personal. Y eso que la tasa de ocupación sigue en 10,3%, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Pero la recuperación se está dando en trabajos por cuenta propia e independientes, la mayoría informales. Y actividades menos expuestas al virus.
El cierre de colegios y jardines infantiles también ha dificultado la vuelta al trabajo, especialmente en el caso de las mujeres. Las redes sociales varias veces revelan conversaciones entre personas que decidieron no volver a sus empleos y emprender en otra cosa. También están quienes han experimentado el teletrabajo y no están dispuestos a regresar a una oficina. Variadas razones para no volver a trabajar (como antes).